Laika no ha tenido una vida fácil, nadie se preocupó de educarla ni de darle el afecto que todo animal necesita. Llegó con muchísimo miedo, pero al poco tiempo ya empezó a relacionarse con sus compañer@s e incluso a jugar con ellos.
Con las personas también ha mejorado mucho, ya que al principio temblaba y se escapaba siempre. Ahora al cogerla en brazos apenas lo hace y no se escapa tanto como antes. Solo necesita un poco de dedicación
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